Planta de barbasco especie semilla. Foto: Abisaí García Mendoza, Instituto de Biología – Universidad Nacional Autónoma de México.
El antropólogo Luis Ernesto González Rodríguez (q. e. p. d.) mencionaba en su investigación que “el barbasco (Lonchocarpus nicou) tiene un papel importante en la vida cotidiana de los indígenas, como una forma de buscar sus alimentos (peces) en los caños, quebradas y ríos medianos, cuando es época de verano”.
“La barbasquiada (echar veneno de raíz a las quebradas) se hace siempre con un guía espiritual, que se encarga de armonizar el ambiente y de velar por el buen éxito de la faena y hacer el contacto con dueños espirituales de los peces y animales. Esta relación con el mundo intangible de los animales, que tiene sus secretos, solo lo pueden hacer los sabios de la comunidad”.
“La concentración del abuelo se realiza en su sitio sagrado (mambeadero), en donde se hacen amanecer las palabras buenas, es decir, pedirle permiso a la madre naturaleza”.
En su investigación para la Maestría en Estudios Amazónicos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Amazonia, el antropólogo González buscó entender cómo la comunidad muinane utiliza el barbasco tanto en la pesca ancestral como para otros usos que le dan, y que lo han convertido en una planta de importante valor comercial en la región.
Baja toxicidad para peces
En Latinoamérica, a las plantas con potencial ictiotóxico (para envenenar peces) se les ha denominado barbasco y su identificación ha estado muy centrada en el conocimiento botánico indígena, también conocido como etnobotánica.
Los principales aportes recogidos en investigaciones provienen especialmente de comunidades de Suramérica, entre ellas la de la Amazonia, en donde además tiene un papel importante para la seguridad alimentaria de los pueblos indígenas.
Por ejemplo, se sabe que el barbasco es un veneno fuerte para animales de sangre caliente como aves y mamíferos, si se aplica directamente en el flujo sanguíneo, pero cuando es ingerido por animales de sangre fría, como peces, reptiles e insectos, tiene bajo nivel de toxicidad.
Aunque el magíster González falleció en 2021, su familiar Luis Javier Gonzales Perea lo acompañó durante su investigación. Al respecto, menciona que, “como indígena muinane, él vio la oportunidad de realizar un estudio con el propósito de ofrecer en un documento especializado el valor del conocimiento ancestral indígena; quiso evidenciar que el buen uso del barbasco no afecta el ambiente si se hace guiado por los sabios”.
Para ello diálogo, compartió y entrevistó a los integrantes de la comunidad muinane que habita en el kilómetro 7 vía Tarapacá, a pocos minutos de Leticia.
“La muinane es una de las comunidades más reconocidas en Leticia por sus elementos tradicionales como rituales, conservación de chagras y manejo de pesca artesanal, entre otros, lo que ha permitido conocer el valor, el uso y los beneficios del barbasco dentro y fuera de esta población”, señala Luis Javier Gonzales Perea.
Usos y beneficios
En la zona uno de los barbascos que más se encuentra es Lonchocarpus nicou, un arbusto o liana que también recibe los nombres de barbasco trueno, barbasco de raíz y barbasco bravo. Sus raíces han sido reportadas como ictiotóxicas e insecticidas debido a su contenido de rotenona.
“Este ingrediente causa depresión respiratoria en los peces, forzándolos a buscar respirar en la superficie del agua, lo que facilita capturarlos y ponerlos en una canasta para el consumo de la comunidad”, anotaba el investigador en su trabajo de maestría.
El barbasco se elabora triturando y mezclando en un mortero cortezas, semilla, hojas y raíces; cuando es manipulado por el chamán o curaca de la comunidad toma una consistencia de pasta oscura. Es él quien se encarga de ubicar el menjurje con mucho cuidado en las quebradas de poca corriente. Esta mezcla es utilizada para la pesca, debido a que la rotenona es el ingrediente activo del barbasco.
El familiar González Perea menciona que “los pueblos indígenas usan el barbasco no solo para pescar, sino también para hacer curaciones a humanos y a animales sobre heridas e inflamaciones”.
El veneno de barbasco se emplea para fumigar plantaciones de arroz, sorgo, frijol, cebada, papa, ají y maní; también para el control de la sarna, hongos, gusanos, insectos, grillos, arañas, cucarachas y polillas, tanto en cultivos como en animales.
“En países de las regiones tropicales como Perú, Bolivia, Brasil y México este producto es unos de los reglones más importantes de su economía productiva. Aporta grandes beneficios y se ubica como un producto comercial potencial para la prevención de plagas en el medioambiente” señala Luis Javier Gonzales Perea, familiar del investigador.