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El ser humano, los desechos de alimentos en puertos y aeropuertos y el movimiento de alimentos de productos derivados del cerdo son los principales focos de transmisión de esta enfermedad transfronteriza que no tiene cura.
Andrés González, responsable de Ganadería Sostenible, Sanidad Animal y Biodiversidad de la FAO para América Latina y el Caribe, manifiesta que esta afección, aunque no representa un riesgo para la salud humana, sí constituye, por su rápida propagación y alta mortalidad de animales, una grave amenaza para la ganadería porcina y la seguridad alimentaria del subcontinente.
Esta peste animal, que estaba erradicada en América desde la década de 1980, se detectó otra vez en julio de 2021 en República Dominicana y dos meses después en Haití. También se reporta en la Isla Hispaniola, agrega el especialista de la FAO.
La emergencia continental impulsó una acción coordinada entre la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y organismos regionales, como el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (OIRSA), la Comunidad Andina (CAN), the Caribbean Animal Health Network (CARIBVET) y la Caribbean Agriculture Health and Food Safety Agency (CAHFSA), entre otros, en el marco de la estrategia del Programa Global de Enfermedades Animales Transfronterizas (GF-TAD).
El proyecto estuvo financiado por la Oficina de Asistencia Humanitaria de Agencia de EE. UU. para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en inglés), y por el Servicio de Inspección de Sanidad Agropecuaria del Departamento de Agricultura de EE. UU (USDA-APHIS), con FAO como agencia implementadora. Promovió acciones de mitigación en los dos países afectados, y acciones preventivas en el resto de los países de América Latina y el Caribe, siendo la capacitación y divulgación un pilar clave.
En situaciones de emergencia o de riesgo latente tanto el sector privado como el ámbito público, deben extremar las medidas de protección y de higiene en los predios productores, así como en granjas de traspatio, para evitar cualquier factor de riesgo, indica González.
En la cría de cerdos se recomienda una alimentación e hidratación limpia; desinfección de herramientas, implementos y vestuario con el que se interactúa con los animales; y una eficiente aislación de otros animales ajenos a sus grupos, entre otras medidas.
Desde la FAO estamos trabajando en la capacitación y el apoyo dirigidos a los profesionales de la salud animal y de los servicios veterinarios oficiales, y fomentamos una campaña de concientización a la población general sobre los riesgos y el impacto de la PPA”, agregó.
En el marco del programa de control de enfermedades transfronterizas (GF-TADs), también se trabaja en el fortalecimiento de las capacidades de los servicios veterinarios, incluyendo la preparación para la emergencia y contención, capacitación y fortalecimiento de las medidas de bioseguridad; así como campañas de divulgación en diferentes canales de comunicación, como por ejemplo la distribución de directrices y de material estratégico en puestos de control fronterizo. Son estas algunas de las medidas dirigidas a minimizar el riesgo de diseminación.
El Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA) prohibió a través de una resolución emitida en 2020 la importación de cerdos vivos y de cualquier producto, subproducto o material genético de origen porcino, procedente de países afectados por la PPA, así como la comercialización de cerdos vivos en las subastas ganaderas del país, hasta tanto se realice el análisis de riesgo que permitía garantizar que dicha actividad no representaba una amenaza en la industria porcina del país.