Agrosavia ya se encuentra en el establecimiento de las parcelas participativas semicomerciales en las zonas priorizadas y los productores interesados. Foto/ Manuel Saldarriaga
En Colombia solamente se cultivan cafés arábigos, los cuales producen una bebida suave, de mayor aceptación en el mercado mundial y de mejor precio. Sin embargo, con miras a disminuir las importaciones de la industria y diversificar el portafolio cafetero, el país se prepara para sembrar, y llegar a comercializar, el tipo canéfora, más conocido como robusta.
Así lo dio a conocer la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia), la cual anunció durante la Cumbre Cafetera, realizada en Cartagena, los avances del proyecto que busca sembrar café robusta en zonas que tradicionalmente no son cafeteras, como las regiones Caribe, Amazonía, Pacífico y los Valles Interandinos.
Según la entidad, si bien en Colombia ya hay unos cuantos cultivos de café robusta, estos no cuentan con la autorización del Instituto Colombiano Agrícola (ICA), por lo que esta es la primera vez que al país entran semillas de robusta, provenientes de Europa, Centroamérica y Suramérica, que cuentan con el visto bueno de la autoridad sanitaria y fitosanitaria.
“En 2013, la Misión de Estudios para la Competitividad Cafetera recomendó la realización de evaluaciones sobre la adaptación de materiales genéticos de café canéfora, destacando que la diversificación del portafolio cafetero en Colombia es crucial y no implica riesgos para la especie de café suave del país. En respuesta, en 2017, el Gobierno Nacional encargó a Agrosavia llevar a cabo investigaciones relacionadas con esta nueva especie en el país”, afirmó la corporación.
De esta manera, tras pasar las fases de introducción, cuarentena y evaluación de diferentes materiales genéticos de café robusta en el país, e identificar las áreas potenciales, Agrosavia ya se encuentra en el establecimiento de las parcelas participativas semicomerciales en las zonas priorizadas y los productores interesados.
Estas parcelas permitirán validar los resultados a una mayor escala, cumpliendo la normatividad ICA, y generar recomendaciones para el manejo agronómico.
Para esto, dijo la entidad, se requiere financiación y el apoyo de actores institucionales y de la cadena del café, de manera que el trabajo y desarrollo que ha traído el arábigo en las tradicionales regiones cafeteras se pueda replicar en zonas no tradicionales que requieren de este tipo de alternativas productivas.
Sustitución de cultivos
Algunas regiones que han sufrido el conflicto, como los Llanos Orientales, el Caribe y el Pacífico, podrían ser las principales zonas de producción de unos 3,2 millones de sacos de café robusta, que aportarían, según Asoexport, aproximadamente US$475millones en exportaciones (actualmente se está importando 2,2 millones de sacos).
“El país cuenta con un área potencial para el cultivo de café tipo robusta que asciende a las 80.000 hectáreas, aproximadamente un 10% de las hectáreas totales de café sembradas en el país. Además, este tipo de cultivo podría beneficiar a alrededor de 32.000 fincas cafeteras, cada una con un tamaño promedio de 2,5 hectáreas”, señaló Gustavo Moreno, director de la Asociación de Exportadores de Café de Colombia (Asoexport).
Y agregó que el trabajo entre el sector público y el privado será clave para que Colombia también se posicione en el exterior con esta variedad de café.
Frente a esto, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, aseguró que “el mercado de la hoja de coca se está transformando y hay oportunidades para que se reemplacen esos cultivos por los de café”.
“Adicionalmente, importamos cerca de dos millones de sacos de café y de menor calidad; esto es inaudito. Podemos sustituir importaciones si logramos consolidar nueva producción de las variedades robusta o de arábica”, anotó Bonilla.
El ministro también sostuvo que los cafeteros tienen dos millones de hectáreas para sembrar café, pero actualmente solo hay 800.000 hectáreas en producción.
“Queremos fortalecer la exportación del café en verde, pero debemos ver cómo se vende al exterior productos con mayor valor agregado o derivados para que esa ganancia se quede en las familias cafeteras de nuestro país, y no en Estados Unidos o Europa”, enfatizó MinHacienda.
Calidad, ¿el gran interrogante?
El café robusta es materia prima para la elaboración de productos diversificados (cafés solubles, liofilizados, mezclas ‘blends’ y cafés canéforas lavados), pues es más amargo y contiene más cafeína. Por eso, paradójicamente, el tradicional tinto que disfrutan los colombianos vienen de países como Brasil, Vietnam, Perú y Ecuador.
¿La razón? La producción local no alcanza a satisfacer la demanda interna, porque el 95% del café colombiano se exporta. Y esto se da porque el grano tiene un mayor valor en los mercados extranjeros, puesto que la mayoría de los colombianos, dada la inflación y el deterioro de su capacidad adquisitiva, prefieren comprar un café más económico, como el robusta.
“En Colombia estamos produciendo anualmente entre 11 y 11,5 millones de sacos de 60 kilos; de ese total exportamos entre un 92 y un 95%. Con esto, en el país se dejan entre 500.000 y 600.000 sacos para el consumo de la industria, la cual demanda tanto para el mercado nacional como para exportación entre 2,5 millones y 3 millones de sacos. Entonces, sí o sí, no hay disponibilidad suficiente de materia prima, por lo que hay que recurrir a las importaciones”, explicó Moreno.
Sin embargo, uno de los cuestionamientos sobre que Colombia empiece a producir su propio café robusta, es que este es considerado como de baja calidad, y si hay algo que caracteriza el grano colombiano es su calidad superior.
Al respecto, desde Agrosavia indicaron que, como este tipo de cultivo se realizará en zonas de baja altitud (0-900 metros sobre el nivel del mar), diferentes a las tradicionalmente cafeteras, no competirá con la caficultura colombiana con base en arábica. Por el contrario, se podría constituir como una caficultura complementaria.
En cuanto a la calidad, Rosa María Cordero, gerente comercial de Nestlé Colombia Café, expresó que “hay que desmitificar el robusta, hay cafés de este tipo que son de buena calidad. Hasta un ristretto italiano necesita robusta para dar esa intensidad y ese equilibrio. Entonces, es una oportunidad adicional de negocio”.
A su turno, David Argumedo, gerente general de Tostacafé, manifestó que, por ejemplo, comparando las muestras de robusta que ya sacó Colombia en sus pruebas, con el de Brasil, “se nota que hay una mayor calidad. Además, si miramos el arábigo, Brasil también lo produce, al igual que nosotros, pero sabemos que el de aquí es mejor calidad.”
Por el contrario, desde la Federación Nacional de Cafeteros se mostraron escépticos sobre la decisión de sembrar robusta.
“Tenemos que custodiar la calidad del café. Si queremos que la calidad siga siendo atributo diferenciador en el mercado, debemos seguir construyendo basados en ese pilar. Desde la Federación entendemos que ha llegado el momento de explorar nuevas oportunidades y yo he estado abierto, pero esta es una opción que debemos considerar muy responsablemente: o lo hacemos de una manera responsable, con inversión de capital e infraestructura en esos terrenos bajos, con mecanización, y logrando productividades como Brasil, o es mejor no hacerlo”, fue la posición de Germán Bahamón, presidente de Fedecafé.
De acuerdo con cifras de la Organización Internacional del Café (OIC), Vietnam, Brasil, Indonesia, Uganda e India son los mayores productores de robusta. Igualmente, las cifras elevadas en la producción de esta variedad se deben a que es la materia prima que se utiliza en la mayoría del café instantáneo que se vende en el mundo, y es un ingrediente muy utilizado en mezclas de café de calidad comercial.