Los datos por mordeduras de serpiente en la Orinoquia aún presentan vacíos que serían determinantes a la hora de tratar a los pacientes. Foto: Danna Nicole Duque Torres, bióloga de la UNAL.
Aunque los Llanos Orientales son una de las zonas con más casos de mordeduras, los datos oficiales tienen vacíos que dificultan saber qué tipo de serpiente produjo la mordedura, la ocupación de la persona afectada, y, lo que sería más grave, si se encuentra el medicamento para salvarle la vida. Así lo determinó una bióloga que busca generar mejores protocolos de prevención y pedagogía en la región.
Según el Instituto Nacional de Salud (INS), en Colombia se registran cerca de 5.000 mordeduras de serpientes al año; el 1 % de las víctimas muere y entre el 6 y el 10 % presenta secuelas. De otra parte, en un reciente estudio de la revista Journals, científicos aseguran que alrededor del 10,19 % de los casos no se reportan y que las regiones del Orinoco y la Amazonia son las más propensas a tener un subregistro porque las personas no acuden al servicio médico.
Se estima que en Colombia hay 320 especies de serpientes, de las cuales al menos 53 son venenosas, con dos familias principales: las víboras (Viperidae) y las corales (Elapidae); las primeras representan el 68 % de casos en todo el país, seguido de un lejano 1,5 % de las corales y un 23 % que no se han identificado.
Precisamente en este vacío de información se interesó la investigadora Dana Nicole Duque Torres, bióloga de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien analizó en el lenguaje de programación RStudio los patrones de estas mordeduras en las bases de datos públicas del Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública (Sivigila), que son de acceso público, y han cobrado relevancia desde 2007, cuando los accidentes ofídicos (como se llaman estos casos) se convirtieron en un evento epidemiológico importante.
Entre 2007 y 2022 se registraron 9.040 casos, especialmente en 2017 y 2018. El 70,2 % corresponde a eventos ocurridos en hombres, y entre los 10 y 39 años como el rango más afectado; así mismo, en mayor número de casos se presenta en el Meta con 3.889 casos, seguido de Casanare (2.457), Arauca (2.126), y Vichada (568).
No obstante, al analizar la información con más detalle, descubrió que, contrario a lo que se esperaba, en Arauca –donde realizó el estudio–, la ganadería no es la actividad principal asociada con más casos y riesgo frente a las mordeduras, sino que priman los casos en los que como ocupación se registra “No aplica”, u “ocupaciones elementales”, que agrupan en la base de datos a 5.900 personas, dedicadas a: informalidad, jornaleros o amas de casa.
Además determinó que en la mayoría de los casos en dichos departamentos no se registró qué tipo de serpiente causó la mordedura, lo cual es problemático para saber qué antídoto usar. Aunque en estos casos se aplica el suero antiofídico, una sustancia hecha con el mismo veneno del animal, al tratarlo en laboratorio funciona para detener el daño, por lo que administrarlo lo más pronto posible es todo un reto para los médicos.
En la Orinoquia se encuentran jergón o mapanare (Bothrops atrox), una víbora considerada como una de las más letales del mundo, que se puede desplazar no solo por bosques, sino también por zonas habitadas; o la cascabel tropical(Crolatus durissus), que puede llegar a medir 1,8 m y también es muy venenosa.
La investigadora también analizó la distribución de casos por meses, y evidenció que entre abril y mayo aumentan los eventos, lo cual se explicaría por las épocas de lluvia en las que las serpientes se desplazan con mayor facilidad en busca de su alimento; así mismo sus refugios se inundan y prefieren asentarse en nuevas partes, contrario a lo que ocurre en febrero y marzo, cuando hay menos casos de mordeduras.
“El tema de los subregistros es determinante, pues muchas personas prefieren quedarse en casa, ya que los centros médicos se encuentran lejos de las zonas rurales; y realizan curaciones como succionar el veneno, pero esto es riesgoso y también puede infectar a quien lo hace”, asegura la bióloga Duque.
Añade que, es importante recordar que aunque algunas serpientes no tienen veneno, como la Sabanera (Mastigordryas pleei), sí pueden tener bacterias riesgosas en su boca, por lo que es urgente determinar las que tienen una mayor incidencia en la zona.
“Pero las serpientes no siempre representan un peligro, la mayoría de las veces, si la persona no se mueve ellas no atacan; así que se generó un protocolo para el manejo de accidentes ofidicos que también ayudan a controlar plagas de roedores, gusanos o algunos insectos, por eso se deben proteger con cautela”, indica.