Trabajadores en campos de Greenfield, California.Brent Stirton (Getty Images)
El país no cuenta con una ley federal que proteja a los campesinos, en su mayoría inmigrantes indocumentados, de las temperaturas récord provocadas por el cambio climático
Asunción Ponce conoce bien los estragos que acusan en el cuerpo las altas temperaturas. Lleva 60 de sus 67 años en el campo. Comenzó cuando era niño en su natal Puebla (México). Desde 1988 trabaja en los ranchos del valle de San Joaquín, en el centro de California, donde ha cosechado uvas, ciruelas, nectarinas y duraznos. El año pasado fue ingresado después de una insolación. Comenzó a sentirse exhausto y con mareos. Tomó agua, pero ya era demasiado tarde. “Mi estómago estaba muy caliente y si uno toma la bebida fría cae muy mal. Empecé a vomitar. Me imagino que es como una brasa a la que le echas agua y ¡cómo chillan las brasas! Así el estómago de uno”, cuenta en el jardín de su casa, en Fresno.
Ponce tiene derecho a una pausa de 10 minutos a las ocho de la mañana. Cuenta con 30 minutos no pagados para comer y otro descanso de 10 minutos a la una de la tarde. Los descansos son triunfos sindicales. Y como muchos beneficios de los trabajadores, estos se han ganado con tragedias. La muerte en 2008 de María Isabel Vásquez Jiménez, una jornalera de 17 años que colapsó después de trabajar durante nueve horas sin sombra ni agua, puso a California sobre una rápida ruta de acción. Las protecciones a los jornaleros llevaban en las leyes locales desde los años 80, pero estas apenas se aplicaban. En 2005 murieron cinco trabajadores por el calor y otros cinco fallecieron en los tres meses posteriores a la tragedia de Vásquez. Arnold Schwarzenegger, el gobernador republicano en turno, asistió al funeral de la menor y se comprometió a aprobar leyes más estrictas. Estas fueron promulgadas el 14 de mayo de 2015, exactamente siete años después de la muerte de María Isabel.
Estados Unidos se prepara ahora para un verano más caliente de lo habitual. La agencia meteorológica nacional asegura que los fenómenos de El Niño y La Niña se combinarán para subir las temperaturas en todos los Estados menos en Dakota del Norte. En el resto, se espera que el cambio climático eleve el calor en varias regiones. Entre ellas Texas, que ha registrado en los últimos años más de 47 días con el mercurio por encima de los 100°F (37°C) que los que había hace 50 años. El pronóstico es casi una amenaza de muerte para decenas de miles de trabajadores agrícolas en el país, una fuerza silenciosa compuesta en su mayoría por inmigrantes indocumentados, quienes trabajan jornadas enteras bajo un sol cada vez más plúmbeo.
Bajo y enjuto hasta el punto de que el cinturón le da casi la vuelta, sorprende que Ponce tenga como tarea diaria llenar morrales de 20 kilos de fruta desde las cinco y media de la mañana y hasta las dos de la tarde por 16 dólares la hora sin importar los grados que marque el termómetro. “Cuando uno se siente mal hay que decirle al mayordomo en seguida porque si se hace uno el fuerte se puede caer de la escalera y sale peor. Ahora le ponen más atención a uno cuando se enferma. Antes no lo atendían a uno”, explica Ponce, quien obtuvo la nacionalidad estadounidense hace tres años.
United Farm Workers (UFW), el sindicato creado por el emblemático líder latino César Chávez, lucha desde hace años para que se apruebe a nivel federal una ley que dé protecciones mínimas a los trabajadores en exteriores. California fue el primero de los cinco Estados (Colorado, Minnesota, Oregón y Washington) que tienen legislaciones similares.
Estas regulaciones son cada vez más importantes por el cambio climático. De 168 trabajadores agrícolas fallecidos en el trabajo en California entre 2018 y 2022, unos 83 murieron cuando la temperatura rebasó los 80°F (26°C). Cuando supera los 95°F (35°C), los trabajadores tienen derecho a descansar, de acuerdo a la regulación. El año pasado, el más caluroso de la historia en los registros, la entidad rompió 358 récords de máximas temperaturas en 28 días de julio. Arizona, por otra parte, sufrió 31 días seguidos con el termómetro marcando por encima de 110°F (43°). Algunas agencias no gubernamentales calculan que los campesinos trabajan al menos 21 días por temporada con temperaturas que representan un riesgo para la salud.
“Nuestro objetivo para este verano es que el Gobierno del presidente Biden promueva una acción ejecutiva y que la agencia federal adopte un reglamento federal para todo el país”, asegura Antonio de Loera, el portavoz de UFW. De esta forma, el presidente demócrata podría evitar el bloqueo de los republicanos en el Congreso. Al menos unos 344 trabajadores han muerto por exposición al calor desde 2011, de acuerdo a cifras oficiales del Departamento del Trabajo. Esta institución propuso en diciembre de 2021 un reglamento de protección a trabajadores frente al calor, pero no ha sido aprobado.
Los sectores más conservadores del partido republicano han dejado claro que están dispuestos a politizar medidas básicas que pueden evitar muertes. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, firmó una ley en abril que prohíbe a ciudades y condados crear este tipo de protecciones. Esto deja descubiertos a unos dos millones de personas que van desde trabajadores agrícolas en las zonas del centro del Estado hasta a los empleados de la industria de la construcción. La decisión de DeSantis fue producto de una batalla política con el gobierno local de Miami-Dade, encabezado por demócratas.
“Nos están discriminando porque somos los únicos que trabajamos en el campo”, señala Antonia Catalán, una trabajadora agrícola de Florida y defensora de los derechos de este sector. “A los políticos no les interesa cuidar a la gente que trabaja aquí. Prefieren apoyar a los rancheros y a quienes tienen negocios. La gente se aguanta porque no tiene documentos. Tienen miedo de que los corran si alzan la voz”, apunta la activista, quien es originaria de Ixmiquilpan (Hidalgo, México) y se convirtió en ciudadana con la amnistía de Ronald Reagan en 1986.
El 1 de enero de 2023 un hombre de 28 años falleció en Parkland, Florida, en lo que fue su primer turno como jornalero agrícola. El trabajador había llegado días antes desde México con una visa temporal para trabajar en una granja de pimientos. Después de cinco horas de estar arrancando maleza y colocando estacas, comenzó a sentir fatiga y que las piernas dejaban de responderle. “Poco tiempo después, sus compañeros lo hallaron inconsciente en una zanja. Como muchos de sus compañeros, presentaba síntomas relacionados con las altas temperaturas”, señala una investigación del Departamento del Trabajo publicada en junio del año pasado. La institución consideró que la muerte era evitable y multó al patrón con 15.600 dólares por exponer a los trabajadores al calor. El termómetro rozaba entonces los 90°F (35°C).
Las altas temperaturas no solo provocan golpes de calor. También están vinculadas a ataques al corazón y otros problemas cardiovasculares. Los científicos, sin embargo, las han relacionado en los últimos años con enfermedades renales crónicas, una epidemia silenciosa y menos notoria. Estas pueden afectar a individuos que llevan a cabo trabajo físico en altas temperaturas sin reposo y sin la debida hidratación. La dolencia no es provocada por factores de riesgo tradicionales como la diabetes, obesidad o hipertensión. Los riñones comienzan a fallar, lo que puede provocar la muerte si no se trata adecuadamente.
Esta enfermedad afecta particularmente a los trabajadores agrícolas. Un estudio realizado a una cuadrilla de California halló que este padecimiento estaba presente en el 12% del grupo de casi 300 jornaleros. Otro análisis similar hecho en Florida, un Estado que no tiene protecciones estrictas, encontró muchos más casos. De 192 campesinos observados en 555 días entre 2015 y 2016, el 33% de los empleados mostraba lesiones renales. Además, el estudio determinó que el 53% de los trabajadores comenzaba su turno deshidratado, una cifra que se elevaba a 81% al final de la jornada.
“Si ahorita que tenemos muchas protecciones siguen pasando los abusos laborales, ¿qué sería de antes?”, se pregunta Lourdes Cárdenas, otra trabajadora agrícola sindicalizada de Fresno, California. “Los abusos seguirán pasando a menos que alcemos la voz”, añade la mujer de 61 años, originaria de Sinaloa y quien lleva en Estados Unidos desde 2003. Ella y Asunción Ponce son testigos de que los tiempos han cambiado. “Ahora la gente es consciente de que el calor mata. Algunos rancheros se pasan de listo todavía, pero ya no tanto”, dice Ponce. California espera a que el resto de Estados Unidos aprenda la lección.